Sexy, “un poco chulita”, cabezona y dulce, muy dulce: así es Ana Fernández, la actriz del momento. Recién llegada del Festival de Málaga, se acaba de convertir en la imagen del nuevo perfume de Bruno Banani, la mejor ocasión para descubrir el juego de la seducción con el que ha conquistado a su chico, el también actor Luis Fernández, conocido por su papel de El Culebra en la serie que les ha dado a conocer: Los Protegidos.
“La serie me ha aportado lo mejor que me podría pasar: trabajo, dinero, el amor de Luis y la independencia de casa de mis padres. Pero, hemos decidido separar nuestro trabajo de la vida privada. Creo que es muy importante”, dice en conversación con Vanitatis. “Luis tiene un punto canalla pero es muy buen tío”, apostilla.
A pesar de que los flashes en ocasiones pueden llegar a deslumbrar, la fama y el éxito repentino no ha cambiado en demasía a esta joven madrileña de 21 años que sigue manteniendo la misma relación con sus amigos y familiares que antes de convertirse en personaje mediático.
“Yo soy la misma chica, solo empiezo a ser conocida. Todavía la gente no sabe cómo me llamo… y eso que mi nombre es facilito. Me gustaría hacer una película que marcase la historia del cine español, por la que fuera siempre recordada”, cuenta. De momento, no le va nada mal en este aspecto: a su trabajo en la serie, Ana Fernández se suma otro tanto laboral: protagonizará este verano una nueva película de los productores de Spanish Movie.
“No me haría muchísima ilusión trabajar con Almodóvar o Médem, es decir lo haría si me propusieran un papel por supuesto, pero me gustan más las nuevas promesas del cine, y estaría encantada de tener más papeles con ellos. Todo se andará. Lo que si que selecciono, y mucho, son los desnudos. Hay mucha gratuidad a ese respecto en España”. Pero, de momento, no puede quejarse, ya que vive en plenitud en todos los aspectos de su vida. Menos en uno. “Llevo fatal lo de la Ley Antitabaco, estoy muy revolucionaria en este aspecto. Prefiero cenar en casa con unos amigos y luego tomar una copa, porque nadie te dice si tienes que fumar o no. Yo lo hago porque me gusta”, dice.
Dejó la carrera de publicidad, “la que espero no retomar en la vida”, para centrarse de lleno en el mundo de la interpretación que tantas alegrías le está reportando. “Dentro de diez años me veo trabajando de actriz, que es lo que más me gusta, y me veo en España, porque es donde quiero estar.Tal vez me iría más por Europa que cruzar el charco. Lo que espero tener es una casita en Málaga, frente al mar. Con todo eso sería feliz”.
No se equivocó en su decisión porque parece que Ana Fernández tiene todas las papeletas para ser una de esas actrices que son la envidia del país. “Tengo un defecto muy malo y es que cuando me levanto estoy enfadada con el mundo. Se me va en media horita”. Algo malo tenía que tener.
Vanitatis
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