domingo, 23 de abril de 2017

Ana Fernández con 'Las Chicas del Cable' en Mujer Hoy

Al otro lado del cable

A España, la locura de los años 20 llegó tarde y algo descafeinada, pero llegó. El estilo cómodo y holgado que proponía Coco Chanel le dio un puntapié al corsé; algunas mujeres se reían a carcajadas, bebían, fumaban y conducían, mientras otros (y otras) las señalaban con un mohín de reproche.

Fueron los años de la Residencia de Estudiantes y las Sinsombrero, de los movimientos feministas y sufragistas, tiempos de lucha para las que querían dejar de ser solo "mujeres de" y empezar a ser también "mujeres que..." (piensan, trabajan, se enamoran, opinan). En 1928, además, la Compañía Nacional de Teléfonos abría su sede en la Gran Vía de Madrid, en el primer rascacielos de este país, todo un símbolo de modernidad. Cientos de chicas se presentaron para trabajar como operadoras.
La ciudad fue para ellas

En ese contexto arranca Las chicas del cable, la primera serie española producida para Netflix, sobre cuatro mujeres que buscan ser independientes en ese Madrid en transformación. Lidia, Marga, Ángeles y Carlota son las protagonistas destacadas en un reparto muy coral, que es un mosaico de la sociedad del momento. Mujeres rurales o urbanas, cultivadas o ignorantes, casadas o solteras, ricas o pobres, con un mismo objetivo: la libertad.

La serie, creada por Ramón Campos y Gema R. Neira, y que los responsables de Netflix han comparado con la mítica Mad Men, se estrenará simultaneamente en 190 países, el 28 de abril. Habrá amor, rivalidad, amistad y misterio. Habrá drama y retazos cómicos; pero, sobre todo, habrá mucho material para la reflexión, porque toca temas como la lucha por el derecho al voto, el divorcio, las custodias compartidas, los malos tratos... "La libertad que disfrutamos hoy viene de muy atrás, de mujeres que han sudado, sufrido y llorado para que nosotros veamos como normales cosas que hasta hace muy poquito no lo eran", dice Blanca Suárez.





Si Sara es la sufragista de estética más masculina -sin maquillar, discreta, seria-, Carlota, interpretada por Ana Fernández, es todo lo contrario: rebelde, descarada, despreocupada y alegre. "Es una flapper -afirma- que comparte la misma ideología de la sufragista, pero desde el lado divertido. Lleva toda esa lucha y esa liberación a la provocación estética. Es la que va más maquillada y con las faldas más cortas, es su manera de desafiar a la sociedad". Carlota es una niña bien que no necesita trabajar; para salir adelante, solo tiene que decir "sí, quiero" a alguien de su clase social. Pero..."¡Yo no quiero un marido, yo quiero un trabajo, quiero ser independiente!", le espeta Carlota a su padre, coronel, que le contesta que una señorita de su categoría no trabaja y le da un bofetón.

"Mi personaje se quiere divertir, su provocación es estética”


ANA FERNÁNDEZ - Actriz

"Hay muchas mujeres que se conforman con permanecer en esa zona de confort que les da el estatus: el coche, las vacaciones, la casa, la ropa... y no son capaces de renunciar aunque no sean felices -dice Fernández-. Por eso admiro a Carlota, porque quiere diseñar su propia vida y buscar su felicidad viviendo como desea". Suponemos que el señor coronel se va a llevar más berrinches a medida que avancen los capítulos, porque, en su voluntad de devorar la vida sin ponerle puertas a los sentimientos, Carlota descubrirá que es posible amar a un hombre, pero también a una mujer.


Las chicas del cable es, sobre todo, una historia de amistad, y de cómo de esa unión femenina nació su fuerza. Que los acontecimientos históricos posteriores acabaran con sus sueños, sus ideales y todo lo conseguido y volvieran a encerrar a las mujeres en los estrechos límites de "sus labores" (casa, calceta, cocina), esa ya es otra historia...

SCANS:






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